En ocasiones vemos publicados estudios con los que no estamos de acuerdo en absoluto, y el que os traemos hoy parece que va a ser uno de ellos. No sólo porque no creamos que sus resultados no sean ciertos, sino porque nuestra experiencia nos ha enseñado que la realidad es otra bien distinta.
A principios de este año se realizaba un estudio en la Universidad de Miami que evaluaba los gustos de ambos sexos con respecto al otro
basándose únicamente en el sentido del humor. Los resultados de este estudio eran prácticamente idénticos a otros similares realizados por diferentes universidades en diferentes partes del mundo y arrojaban el mismo (y triste) resultado: a los hombres no les gustan las
mujeres divertidas. Pero, ¿
a qué se debe este resultado?
Quizás esta conclusión se entienda mejor junto a otro de los resultados de la encuesta: aunque los hombres que participaron en ella prefieren que su pareja no sea graciosa, sí demandan que
ella se ría de sus chistes.
Es más, ellos ven casi imprescindible que sus parejas
les encuentren divertidos para que la relación funcione. No hace falta hacer estudios en la Universidad de Miami para darse cuenta de que este tema tiene poco que ver con el humor y sí con la seguridad que ellos tienen sobre sí mismos.
Y no sólo seguridad, sino también miedo. El sentido del humor es algo que está estrechamente ligado con la inteligencia de una persona, y esto acabaría explicando por qué a muchos hombres chapados a la antigua (por decirlo suave y educadamente) vean amenazados su estatus de macho alfa. Estaríamos pues ante la clase de hombre que no estaría cómodo con una pareja que gane más dinero que él o que tenga más éxito en cualquier otro parámetro.
Mientras tanto, y según la psicóloga californiana Liana Hone, las mujeres encuentran la capacidad de hacer reír como síntoma inequívoco de inteligencia y (en un nivel biológico) son la clase de genes de calidad que ellas querrían para su descendencia.
Según Hone, los hombres tienden a ser más competitivos y las mujeres más selectivas, así que la razón de que ese porcentaje de hombres prefiera que su pareja no sea graciosa es porque entienden que una mujer divertida y por tanto inteligente exigirá a su pareja que esté a su mismo nivel intelectual, y muchos no se ven capaces de entrar en tal competición.
Digan lo que digan los estudios, desde Cosmo dudamos bastante que
la mayoría de los hombres prefieran que sus parejas no sean divertidas, y a la experiencia nos remitimos. El humor genera confianza en uno mismo, denota inteligencia, genera atracción y fascinación, alivia tensiones y crea una sanísima dinámica en una relación de pareja.
¿Por qué alguien no querría que su media naranja tuviera esas características?
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