Paradoja. Si en una relación de pareja no existen las discusiones... es que algo no va bien del todo.
Las discusiones son una parte sana y necesaria para la convivencia entre dos personas. Ayudan a poner los límites en la relación y evitan que se acumule una tensión que bien podría estallar por otro lado en un momento nada adecuado.
Estos son, por orden, los temas por los que más suelen discutir las parejas.
Dinero: poderoso caballero.
Las discusiones de este tipo se hacen más fuertes cuando la pareja empieza a convivir bajo un mismo techo y los gastos pasan a ser comunes.
Gustos diferentes: música, comida y sobre todo en lo relativo al cine y la televisión.
Tareas del hogar: desgraciadamente, ellos siguen sin igualar a las mujeres en las horas dedicadas al cuidado de la casa. El eterno debate.
Salidas nocturnas: las preferencias acerca de cómo pasáis vuestro tiempo libre juntos es una de las patatas más calientes de la relación.
Suegras: No falla. La competencia ¿sana? por el amor hacia nuestra media naranja.
Tiempo privado: cada persona, independientemente de si se encuentra en una relación, necesita su espacio propio. El cómo y cuándo conseguirlo es motivo de disputas.
Ahora bien, las nuevas tecnologías han cambiado la manera que tenemos de relacionarnos con el mundo y con las otras personas. Facebook o WhatsApp se han convertido en parte del paisaje de nuestro día a día y ni que decir tiene que también son motivo de trifulca entre los amantes. Estos son los temas de discusión más repetidos desde el punto de vista tecnológico.
Celos causados por comportamiento propio: comportarse como si estuviéramos solteros en las redes sociales es una afrenta poco elegante hacia nuestras parejas.
Celos causados por comportamientos de un tercero: esos mensajes que le dejan a él supuestas amigas en sus publicaciones en Facebook nos hacen temernos lo peor.
Ignorar a la pareja por revisar las redes sociales: aquellos que no pueden despegar la nariz de la pantalla tienen por delante muchas discusiones que afrontar.
Espiar el móvil del otro: los celos, infundados o no, suelen hacer que rompamos la confianza de nuestra media naranja al acceder a sus mensajes privados.
Malentendidos online: en un chat jamás podremos ser tan expresivos como lo somos cuando hablamos cara a cara con la otra persona.
