Usamos cookies propias de COSMOPOLITAN IBERIA S.L. y de terceros para conservar sus preferencias, finalidades analíticas y de publicidad comportamental para la elaboración de perfiles basado en sus datos de navegación.

Aprender del coronavirus

Reflexionemos sobre esta pandemia del coronavirus

06/05/2020
Hemos pasado por momentos de miedo, ansiedad,  hiperactividad, apatía, hipocondría y dejadez.

Hubo días de verlo todo negro y de dejarnos llevar por la marea, otros nos vinimos arriba y decidimos que un virus no nos iba a quitar las ganas de todo.


Ha tenido que llegar una pandemia para que las que no sabían ni freír un huevo descubriesen que preparar pan casero con masa madre es facilísimo, que si nos vuelven a encerrar será con la chica que ayuda en casa y que la próxima prenda que nos compremos será de tergal, del que no arruga.

Pasamos de la parálisis y el shock de vernos cuatro canas a jugar a ser la señorita Pepis, esa muñeca tan polifacética que lo mismo se maquillaba que se hacía un vestidito.
Los videos tutoriales para cortarse el pelo una misma están siendo trending topic y las mascarillas con tela de florecitas, también.

Nos estamos conociendo y no dejamos de sorprendernos. Qué ilusión descubrir que si le echamos ganas aparece una versión mejorada de nosotras.

Algunas saldrán renovadas de todo esto, más listas y más motivadas, otras ni se enterarán y volverán a lo de siempre como si nada.

Nos enfrentamos a muchos miedos, unos nos paralizan y otros son un resorte para despertar y lanzarnos con ojos de niña, como si fuese la primera vez. Fuera prejuicios, por probar que no quede.

Las que se negaban a comprar de forma virtual se han fiado y qué ilusión más tonta cuando les llega un paquete, es como recibir un regalo.

regalo

Alguna que sólo utilizaba el teléfono para llamar se ha lanzado a los cafés virtuales y pone una alarma para no perderse la clase de yoga, esa que da una chica muy mona en directo en Instagram.

Este parón nos ha permitido recapitular, pensar qué queremos seguir teniendo y de qué nos gustaría deshacernos. Me refiero a maridos, amigos, trabajos, rutinas y todo eso que compone nuestra alegría y nuestro desequilibrio.

Seguramente el amante virtual pierde su gracia, qué sorpresa más tonta ser conscientes de que  la pasión carnal no siempre es también intelectual.


Compartir nido veinticuatro siete con nuestro amorcito ha hecho que alguna se replantee la soltería y tener encerrados a los niños, idealizar la ligadura de trompas. Que creíamos que todo era Jauja pero resulta que no.

Hemos redescubierto pasiones olvidadas, pintamos acuarelas, le damos una segunda oportunidad a esa falda midi convirtiéndola en mini, trasladamos el sofá de sitio para confirmar que el parquet se raya y que el dichoso mueble estaba mucho mejor donde estaba. 
Nos ha entrado la vena Marie Kondo, ordenamos armarios, estanterías de libros, el cajón de los cubiertos y el de los calcetines. Qué mono queda todo cuando haces rulos con ello.


Unos días han sido como los de la marmota, sin ganas de nada, sin ducha, sin quitarnos el pijama y sin sonreír.
Pensábamos que íbamos a leer muchísimo pero apenas abrimos un libro somos conscientes de que no nos podemos concentrar.
Mirar el futuro con incertidumbre nos impide disfrutar de nuestro presente. Lo sabemos pero no todos los días lo podemos evitar.

Nos enfrentamos a algo inimaginable, toca ser flexibles y creativas, escucharnos y observar qué nos ayuda y lo qué nos machaca. No es fácil pero lo podemos intentar.

Colgar los cuadros que llevan ahí apoyados desde la mudanza de hace ya puf no nos apetece , pero el resultado sí.
Lo mismo pasa con el trastero, aprovechemos el día de subidón que seguro nos compensa ese regreso al pasado.
Encontrar el carnet de la discoteca de nuestros años de hormonas alteradas y ser conscientes de que ha cambiado el envoltorio pero la esencia sigue ahí no es tontería.
Deshacerte, por fin, de eso que por algo estaba oculto y que a pesar del tiempo transcurrido sigues viendo igual de horrendo es un placer.

Cuando nos ocupamos, la mente divaga menos y está bien. La sensación de que no hemos perdido el tiempo nos da seguridad y sentido, es básico para seguir adelante.

Ya hablan de la vuelta a la normalidad, toca una nueva adaptación y decidir si queremos estar motivadas o no. Si no te hace ilusión volver a lo de antes, por algo será.

https://unsplash.com/photos/Q_iJuyRdy4c 

Mientras tomamos un baño de sales estilo Cleopatra pensemos que es uno de esos lujos que vamos a mantener, porque sí y porque mimarnos siempre es bien.

Imaginemos lo que queremos tener cuando salgamos por esa puerta, soñar es emocionante. Sólo de nosotras depende la creencia de que eso que queremos sea una utopía o una posible realidad.

Aprovechemos esta bajada lenta en paracaídas para tomar perspectiva y decidir donde nos apetece aterrizar.


 

Ingrid Pistono
Ingrid Pistono, licenciada en Psicología con Máster en Psicoterapia del Bienestar Emocional.


Comentarios

¡Anímate!, aquí se publicarán los comentarios sobre este contenido... sé el/la primer@ en participar!!
 

Noticias relacionadas

Más noticias


únete al universo cosmo