El titular genera cierta incertidumbre ya que sin útero es totalmente imposible concebir un hijo.
No obstante, esta historia va mucho más allá de lo anecdótico o curioso, y nos lleva de la mano a una experiencia de superación personal y acierto científico.
Jennifer Gobrecht, una mujer a la que le habían dicho los médicos que había nacido sin útero y no podría por ende, tener hijos, es la protagonista de esta historia. Gobrecht, nunca se dio por vencida y cuando descubrió que podía ser receptora de una donante de útero fallecida, no dudó.
Jennifer había participado en un novedoso ensayo clínico para mujeres infértiles en Penn Medicine, el sistema de salud de la Universidad de Pensilvania. Tras el trasplante de útero, recibió una transferencia de embrión, y finalmente quedó embarazada.
Benjamin Thomas Gobrecht, el niño al que muchos llaman el “bebé milagro”, llegó a este mundo sano como una manzana, y su madre, no podría estar más feliz.
Los expertos hablan de dos tipos distintos de infertilidad; la primaria en la que las mujeres son incapaces de concebir un bebé por motivos varios, y la secundaria que se da en mujeres que ya han sido madres previamente, pero por distintos factores no pueden volver a serlo otra vez.
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