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Mujeres que nos inspiran: Concepción Arenal

Un grito de revolución

08/11/2019
Los brazos de la justicia vieron nacer a Concepción Arenal Ponte (Ferrol, 31 de enero de 1820 /Vigo, 4 de febrero de 1893), un símbolo de igualdad y constancia. Cuando abrió los ojos por primera vez la esperanza comenzó a brillar y las ideas más tradicionales a temblar. Su educación estaba basada en el respeto y en la empatía. Su padre fue condenado por enfrentarse a la monarquía absolutista de Fernando VII, y miró fijamente a los ojos de la muerte para sentenciar un desenlace trágico, pero histórico. A partir de ese momento, Arenal llenó sus manos de lucha y su boca de revolución.

Las ganas de crecer académicamente se apoderaron de esta gran mujer en 1835, transformando por completo su vestuario, donde los pantalones de pinzas y las americanas largas escondían su verdadera identidad. Convertirse por un momento en hombre era su única salida para estudiar Derecho. Una gran contradicción, desafiaba al sistema impuesto que prohibía a las mujeres acceder a la universidad para cumplir su sueño y cambiar las leyes de desigualdad.

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Entre apuntes y pupitres Concepción Arenal conoció al hombre con el que iba a contraer matrimonio y quien iba a defender sus ideas por encima de todo, Fernando García Carrasco. Su amor incondicional forjó una relación aislada de los roles de género.

El caos se soluciona con educación
La escritura entró en la vida de esta gran mujer, la pasión por las letras inundó de artículos el periódico liberal `La Iberia´ en 1855, pero dos años más tarde la ley dio un paso de reconocimiento y mandó que todos estos textos estuvieran acompañados de un nombre y un apellido. El desempleo llegó a su vida por una razón, formaba parte del género discriminado.

La superación lideró la vida de Arenal y la posibilidad de trabajar como visitadora de cárceles de mujeres llamó a su puerta en 1864. Las rejas de las prisiones no la aterraban, no le imponían ni lo más mínimo, sino que cogió la justicia de su mano y comenzó a cuidar a las víctimas del sometimiento y del maltrato, “odia el delito y compadece al delincuente”, gritó. Mientras las presas soñaban con un futuro, la señora Concepción llegaba cada día con una innovación nueva, cubría los pies de las encarceladas con zapatos, presionó a la autoridad para aumentar la cantidad de comida y dio una vuelta de hoja al trabajo que realizaban. Todo por y para el prójimo.

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-Perdona, ¿sabes quién es Concepción Arenal?, preguntó. - No me suena, respondió aquel joven de la tienda, con seguridad. -Tu gran desconocimiento cultural me hace reivindicar su identidad. ¡La gran pionera del feminismo español!

Con papel y pluma dio rienda suelta a sus experiencias vividas y las cosió en las mentes de toda una sociedad. Las palabras escritas en `Cartas para delincuentes´ defendían una reforma del código penal, y el sentimiento que desprendían era tan impactante que acabaron fuera del presidio con la compañía de su gran autora. “Los que no han tenido ocasión de estudiar a los criminales, no pueden imaginar la idea extraña que tienen de sus derechos, de sus deberes, de la justicia; los errores que por verdades reciben, y cómo ven al enemigo más fuerte que ellos y que, por lo tanto, los sujeta y los oprime”, declaró.

La literatura perseguía su recorrido y las injusticias no le dejaban avanzar. Punto de encuentro. En 1868 publicó su primera obra feminista: `La mujer del porvenir´, que vuelen los prejuicios pero que aterrice la cordura. ¿Por qué las mujeres deben de vivir con menos derechos que los hombres?

“Mi vida ¿a quién le importa? ¿quién soy?” Su voz tan potente no hacía justicia a su intención de pasar desapercibida, no era consciente de todos los seguidores que llevaba detrás, de cuentas lecciones aprendidas había dado sin darse cuenta y como su sucesora, Clara Campoamor la escogió de inspiración, otra pequeña revolución.

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Los pasos más reivindicativos
Promulgadora de su verdad, sin ninguna atadura, solo se encontró una única oposición, la del hombre. Tenía entre sus manos un objetivo de progreso, un avance social, donde el pueblo era la única receta.

San Agustín, Santo Tomás y Santa Teresa, fueron los tres referentes de esta gran pionera del feminismo.
El árbol genealógico de Manuel de la Cuesta impregno de herencia a su sobrina Arenal con una entrada al mundo del pensamiento cultural.

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Esta capitana salvó a la tripulación femenina. No hizo falta coger botes para evitar la muerte, lo que hizo falta fueron palabras, muchas palabras.
Perder la formalidad para olvidar las cicatrices producidas por la desigualdad, poner en juego a la memoria para vivir con valor y echar un pulso al viento para que comprenda que no es el único que puede volar.

 

Redacción COSMO
Noticias escritas por el equipo de redacción de COSMO.


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