Dicen que hay muchos peces en mar. Bien, imaginémonos a todos esos peces. ¿Lo tienes? Imagina en kilos cuánto puede pesar la suma de todos ellos, a lo largo de todo el planeta. Y ahora entiende que el peso del plástico que arrojamos al mar está a punto de superar el peso de todos los animales marinos de la Tierra, y que ese número será superado sin duda en las tres próximas décadas.
Nadie niega la utilidad del plástico pero es hora de afrontar que nuestro planeta ya ha pagado un precio bastante alto por su sobreuso.
Y si no lo hacemos por la Madre Naturaleza, hagámoslo por nosotros.
Debido a la cantidad de plástico que arrojamos al océano, cada persona ingiere cada año unas 50.000 partículas de plástico que pasa a nuestro organismo.
Este plástico de un solo uso supone el 85% de la basura que mandamos tan alegremente a nuestros océanos, ya que solo un 30% del plástico acaba en plantas de reciclaje.
De un tiempo a esta parte estamos viendo como grandes compañías y supermercados intentan poner su granito de arena, prohibiendo alimentos innecesariamente plastificados o cobrándonos por las bolsas extra que necesitemos, pero eso no es más que un escueto parche en una herida abierta. Esta crisis no se va a solucionar si cada uno de nosotros no pone de su parte.
¿Cómo podemos ayudar a no plastificar nuestro planeta? He aquí una serie de sencillos consejos.
Bolsas de tela. Nuestras abuelas y abuelos tenían la solución hace ya medio siglo, antes de la irrupción del plástico en todos los ámbitos de la vida. Tan sencillo como llevar al súper nuestra propia bolsa o carrito, lo que además nos ahorrará unos céntimos al no tener que pagar las correspondientes bolsas.
Alimentos innecesariamente plastificados. Todos hemos sido testigos, cuando, en cualquier superficie comercial, hemos visto una bandeja con un par de piezas de frutas recubiertas por una gran cantidad de plástico. Mientras algunas empresas sigan con estas prácticas, poco se podrá hacer por el planeta. Es nuestra elección buscar una alternativa más natural, cosa que podemos hacer en un mercado tradicional.
Evitar el plástico para conservar. Puede que quieras conservar esa pieza de fruta o verdura que no vayas a utilizar. El mero hecho de plastificar ese pequeño pedazo de alimento con un trozo de plástico es más dañino de lo que creemos. ¿Alternativas? Un buen tupperware o plástico reutilizable nos sacarán del apuro.
No a tanta botella de plástico. Una buena botella de cristal en casa, o una jarra, puede ayudarnos a ahorrarnos mucho plástico al año. Bien es cierto que no en toda la superficie de nuestro país se puede disfrutar de buen agua del grifo pero, en la medida de lo posible, debemos evitar comprar agua envasada pues es una de las corrientes que más daño le están haciendo al planeta.
Beber sin pajitas. Puede parecer una frivolidad, pero las pajitas de plástico son uno de los principales causantes de la plastificación de nuestros mares. Este aspecto debería ser controlado de un modo más férreo por las cadenas de comida rápida, que sirven cada día millones de ellas en sus menús. O bebemos de un modo más tradicional o nos pasamos a las reciclables o de acero.
Aún estamos a tiempo de salvar el planeta y salvarnos a nosotros. Cambiando un par de hábitos podemos hacer mucho bien a las generaciones posteriores.
Redacción COSMO
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