No es un mito, ni un cuento chino, ni ninguna excusa para pasar cinco minutos más en la cama: el síndrome postvacacional existe, y aunque es transitorio y no solemos estar afectados por el durante mucho tiempo, los expertos recomiendan tomar medidas para evitar vernos atenazados por el.
Nuestro cuerpo sufrirá de cansancio generalizado, fatiga, falta de sueño, dolores musculares, falta de apetito o de concentración. Nuestra mente, irritabilidad, tristeza, falta de interés y nerviosismo. Con estos síntomas, y aún sabiendo que este síndrome puede durarnos como mucho un par de semanas, es mejor estar preparados para
empezar el año laboral sin que nos suponga un problema.
¿Pero cómo volvemos de las vacaciones? ¿Cómo puede nuestra mente volver a interesarse por los mil problemas del día a día cuando durante las últimas semanas las únicas preocupaciones eran tener a alguien que nos eche crema en la espalda y saber a qué hora cierra el buffet?
Ya sea tu rutina laboral o propia del estrés del cuidado de una familia, vas a tener la sensación de que estabas mejor en la playa, y no te equivocas. Pero expertos psicólogos y médicos nos dan las claves para que esta transición sea lo más amable posible. Estos son sus consejos.
No vuelvas el día antes.
Vas a necesitar un tiempo para volver a aclimatarte a la ciudad. En muchas ocasiones no podremos elegir, pero evita siempre que puedas volver de vacaciones a tu ciudad el día antes de empezar tu rutina laboral. Tu mente necesita un periodo de aclimatación y pasar de primera línea de playa a un escritorio en menos de 24 horas nos puede producir un pequeño trauma.
Trae un hobby contigo. Si se da el caso de que durante estas vacaciones has conseguido seguir una nueva rutina saludable (una nueva dieta, la costumbre de pasear un buen rato cada día, dejar un mal hábito mientras durara el viaje...) tráelo contigo a tu rutina. La vuelta de vacaciones perjudica también a nuestro físico por la mera razón de que nos volvemos más sedentarios durante los meses de frío, olvidando esas largas caminatas veraniegas. Quizás tu cuerpo no te pide vacaciones, sino movimiento.
Conecta inmediatamente con tus amigos. Puede pasar que en vacaciones cada amigo viaje en fechas distintas, dejándonos un regreso a la ciudad solitario y expectante. Si no es el caso, si ya tienes amistades de vuelta, aprovecha para quedar a la primera ocasión. No solo nos dará la oportunidad de contar nuestro viaje, sino que volveremos a sentir que pertenecemos a este lugar.
Deconecta de las redes sociales. No tiene que ser drásticamente, pero si hemos vuelto de nuestro viaje algo deprimidos por el peso de la rutina una cosa que nunca conviene es navegar por fotos de amigos y conocidos que aún siguen disfrutando de vacaciones mientras nosotros estamos anclados en un entorno laboral. Has tenido vacaciones de tu rutina durante unas semanas, ten ahora vacaciones de las redes hasta que te vuelvas a sentir en tu sitio.
Planes concretos a corto plazo. Si acabas de volver de un viaje de ensueño por el otro lado del mundo, quizás un fin de semana en una casa rural con amigos no te ilusione tanto, pero comenzar a planear esas salidas para el comienzo del otoño te llenará de la esperanza suficiente y de la promesa de una nueva aventura. No estaría mal empezar a reservar camas ahora que todos estamos aún con la cabeza en los meses pasados.
Planes ambiciosos a largo plazo. Y claro, por mucho que aceptemos la rutina no podemos olvidar la gran experiencia del viaje pasado. Este es el mejor momento, con todo reciente, para comenzar a planear sin prisa pero sin pausa el del año que viene. No tienes que reservar nada aún, son días para hablar relajadamente con tus amigos de aquello que soñáis con hacer y comenzar la lenta y meticulosa preparación de tu siguiente destino.
Como vemos, no hay una hoja de ruta definida para quitarnos el mal rollo del cuerpo tras unas estupendas vacaciones, pero hay pequeños trucos para evitar que esta sensación pueda con nosotros.
Redacción COSMO
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