Nuestras chicas nos cuentan de qué cosas no pueden prescindir en esta época
¡Bendita primavera, con qué ganas la recibimos muchos después de tantos meses de frío! Con ella vienen los días más largos, las terracitas con los amigos después del trabajo y los vestidos ligeros con sandalias. Lo malo es que de la mano de estos regalos llegan también las rinitis alérgicas, la astenia y ese maldito cambio de horario que nos roba una hora de sueño y nos deja un poco descolocados una temporada.
Hasta hace unos años yo era de esas a las que la astenia primaveral atacaba sin piedad: no había quien me librase de unas semanas de estar arrastrándome por la vida, muerta de cansancio y con menos buen humor del habitual. Una amiga me recomendó que probase algún suplemento con jalea real. Le hice caso y, aunque tampoco es que sea ningún milagro, debo reconocer que sí ayuda bastante, así que desde entonces no falta en mi arsenal de remedios naturales.
Como me he propuesto aplicarme eso que dice el refrán de donde fueres, haz lo que vieres y he visto que los ingleses son muy de hacer picnics en los parques, he decidido hacerme con unas bolsas estupendas que venden por aquí y que incluyen mantita y todo lo necesario para disfrutar de una merienda al aire libre. ¡Seguro que se acaba convirtiendo en otro de mis imprescindibles para el buen tiempo!
Mi básico de primavera es sin lugar a dudas LA MALDITA ALERGIA. Jamás de los jamases había tenido alergia hasta hace dos años. Es #ElHorror. Todo el día con picor de nariz y los ojos como dos huevos duros en salmorejo. (Qué imagen tan evocadora y maravillosa para hablar de los ojos, ¿verdad?) El caso es que ante esta perspectiva mi otro básico pasa a ser las gafas de sol, aunque sea para que no se me meta más polen en los ojillos.
Esta primavera, con un poco de suerte, además, se convierten en megaimprescindibles las deportivas (a ver si encuentro seis o siete pares cuquis), para poder ir andando al trabajo, que este tiempo es muy traicionero y lo mismo se te cuecen los piececitos en las bailarinas como se te congelan con sandalias y así no se puede estar a gusto en la oficina.
¡Primavera! ¡Bien! Por fin tenemos buen tiempo, y sí, sabemos que algunos días refrescará y otros días lloverá, como tiene que ser en primavera, pero el buen rollo nos va llegando con el cambio de luz, de olores, de sonidos, y las ganas de vivir como que parece que se multiplican en estos días. Y vale, tenemos esa cosa horrorosa que dicen que se llama “astenia” (menudo palabro, señores), pero no pasa nada, nos tomamos unas buenas vitaminas y aunque sea por autosugestión todo arreglado.
Cuando llega la primavera yo empiezo con mis uniformes, de primavera y cada año son los mismos. Mis imprescindibles de primavera siempre son, para empezar, los pantalones baggy. Lisos o estampados; creédme, no hay nada más cómodo cuando refresca y, además, son de lo más combinables. El día que quiero ir un poco “más mona” escojo un vestido fluido (fresquito) corto, normalmente de flores, porque no sé qué tienen las flores como estampado en primavera que a mí me vuelven loca. Me calzo solo con sandalias planas, salvo excepciones de fiestas o noches especiales puntuales, y caminar es un placer, con los piececitos al aire, por fin y no me quito las gafas del sol. Por último, estos días me apetece un poco más maquillarme, tampoco demasiado, porque soy muy de cara lavada, pero siempre llevo protección de mínimo 50 en la cara y añado unos polvos de sol que para dar un toque de buena cara suelen ser lo mejor.
Y nada más, a beber mucha agua y tomar granizados, té helado, café con hielo y iced matcha latte todo el día, para estar siempre hidratada y con energía. Primavera, no sabes cómo me gustas…
Para mí la primavera es una época un poco de altibajos y no saber qué ponerte. Sales a las 8 de la mañana abrigadísima y luego a mediodía acabas abanicándote con cualquier cosa que encuentres y quedándote en tirantes hasta que, al anochecer, vuelves a amar a tu abrigo por encima de todas las cosas. En fin, cosas que tiene este tiempo.
A pesar de esos cambios de temperatura tan bruscos, sí que es verdad que empezamos a notar que el sol calienta mucho más que hace un par de meses, y el protector para la cara es bienvenido. A decir verdad, no me suelo poner mucho porque siempre voy maquillada, por lo que suelo optar por maquillaje que tengan alta protección solar, pero sí que tengo mi botecito de emergencia ‘por si las moscas’. En cuanto a ropa, las camisas así fresquitas pero aún con un poquito de manga me suelen venir muy bien y acompañarme hasta que se asienta el calor definitivamente, porque puedes usarla cerrada o abierta con una básica debajo y jugar a ponértela y quitártela según la temperatura que haga a lo largo del día. Para acompañar los días de sol no me pueden faltar mis gafas, porque me molesta bastante el sol en los ojos. De hecho, he de decir que aunque me encanta llevarlas y las echo mucho de menos cuando no las tengo, suelo ir perdiéndolas por ahí y teniéndome que comprar unos tres pares cada verano, qué le vamos a hacer.
Otra cosa que es imprescindible para mí es una botellita de agua o té o cualquier cosa que pueda beber cuando me da el calor al bajar al metro ‒que aún no tiene activo el aire acondicionado‒ o si voy a dar paseos cuando tengo tiempo libre. Por último, no me separo de un cuaderno donde apuntar todo. Ahora estoy en proceso de hacer un bullet journal, que es como una agenda de toda la vida pero más creativa. En fin, con tener algo donde apuntar cosas cuando me brota la vena creativa me vale.
¡Y eso es todo! Con todo eso preparado ya puedo ponerme a tope para disfrutar de los días soleados ‒o lluviosos‒ de la primavera y hacer alguna escapadita de fin de semana, que nunca viene mal.
