En 2014, Brasil organizaba el último Mundial de fútbol, convirtiendo el país por un mes en el centro del mundo. Millones de visitantes llenaron sus calles cámara en mano retratando cada esquina y documentando cada detalle de la cita deportiva.
Pronto quedó claro que la celebridad más retratada del evento no sería ningún deportista, sino un por aquel entonces anónimo policía que se encargaba de la seguridad de los accesos a uno de los estadios.
Guilherme Leão se convirtió en el protagonista indiscutible del Mundial por sus facciones de modelo y su cuerpo esculpido, arrebatando el puesto de
sex symbol a cualquier futbolista.
Ha querido la casualidad que, dos años más tarde, sea también el país carioca el que organice otra de las citas deportivas más importantes del mundo, los Juegos Olímpicos. Y allí hemos vuelto a encontrar a Guilherme, protegiendo con su espectacular figura a los turistas que venían a disfrutar de las competiciones deportivas.
En estos dos años, desde que saltó a la fama, el policía ha acumulado más de 100.000 seguidores en
su cuenta de Instagram. Nos cuenta que, gracias a su explosivo descubrimiento en 2014, ha podido cumplir otro de sus sueños vitales, el de hacerse
modelo.
Ha protagonizado varias campañas publicitarias, principalmente de trajes de baño, en las que posa con las últimas tendencias en bañadores para disfrute de sus seguidoras.
Otras firmas de moda le han permitido hacer sus pinitos en las pasarelas brasileñas.
Y, pese a que sus 80 kilos de puro músculo y su metro noventa le convierten en el candidato ideal para convertirse en el modelo más popular de su país, el bueno de Guilherme lo tiene bastante claro: su verdadera vocación es la de servir y proteger al ciudadano. En cierto modo nos quedamos más tranquilos.
Aunque no por ello descuida a sus fans, y a sus cuentas en las redes sociales sigue subiendo periódicamente fotos que nos harán adorar a este cuerpo de seguridad.
Redacción COSMO
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