“¿Por qué las mujeres necesitáis tantos bolsos? ¡Con uno basta! Metes todos tus chismes en él y ya está” dice el novio de
Andy en la película 'El Diablo viste de Prada'. Si el bolso fuera cuestión de utilidad, esta premisa tendría sentido. Pero, algo más tiene que haber detrás del accesorio con asas que justifique
esa estantería repleta de bolsos de todos los tamaños, formas y colores que tenemos en casa. Y es que el bolso, más que un ítem útil, es una
pieza icónica que representa nuestra identidad. ¿Exagerado? Puede.
Pero piensa en el bolso que llevas a la oficina o a clase durante la semana y compáralo con el que llevas un sábado noche. ¿Qué tienen que ver el uno con el otro? Nada. Exacto, porque lo que representas en las dos situaciones poco tienen que ver entre ellas. Basándonos en esta premisa, en
Stylight hemos recopilado
cuatro looks formados con bolsos que te hacen perder el aliento. ¿Lista?
En primer lugar está el maxi bolso que te saca de todos los apuros. Muy chic, pero su tamaño lo hace tan versátil como para poder bajar de un avión tras un vuelo de cinco horas y acudir a esa cita para cenar sin tener que vaciar su contenido en otro bolso. El problema es que lo llevamos con nosotras a todas partes repleto de cosas de “primera necesidad” y al cabo de un año (o menos), las asas, la correa e incluso los bordes, están más desgastados que esas Converse que te ponías a los 16.
Muy distinto ese bolso más bien pequeño de correa ajustable que puedes llevar de un hombro o cruzado. ¿Suena práctico, verdad? Nada más lejos de la realidad. La cabida de este bolso suele ser prácticamente inexistente y su ornamentación es espectacular, sí, pero también difícil de combinar. Lo tenemos porque es capaz de dar un aire glamouroso a cualquier look en cuestión de segundos.
Los clutch son los bolsos más consentidos. Se aplica la regla de “cuanto más vistoso mejor” y existen dos categorías de ellos. La primera pertenece a ese bolso de mano estándar, cuadrado por norma general, con cadenita para poder tener las manos libres durante una fiesta especialmente ajetreada. La segunda, es la del clutch por excelencia, ese que fue amor a primera vista en la tienda y, a pesar de que en tu cabeza resonaba la pregunta “¿y cuándo me pongo yo esto?”, tenía que ser tuyo. Lo usarás dos veces contadas a lo largo de tu vida, pero: ¡Oh, qué divina estarás esas dos veces con él en la mano!
Si mientras leías estos párrafos asentías con la cabeza y visualizabas tu bolso correspondiente en tu mente, ya conoces los peligros de los bolsos-capricho. Si en algún momento no lograbas visualizar tu accesorio, ya te hemos advertido de sus técnicas de seducción, ¡procede con cautela!
Redacción COSMO
Noticias escritas por el equipo de redacción de COSMO.