Este año se cumplen 20 años de la desaparición de uno de los mayores iconos que nos dejó el siglo XX. Un 31 de agosto de 1997 recibimos la terrible noticia del fallecimiento de Diana de Gales en un accidente de coche en París.
Diana Frances Spencer es el último gran mito de Gran Bretaña. Su boda con Carlos, el Príncipe de Gales, su fuerte personalidad, la inaudita noticia de su divorcio, su carácter solidario y su trágica muerte tras encontrar de nuevo el amor siguen siendo objeto de debate 20 años después.
No tan plebeya. Siempre se la recordará como la Princesa del Pueblo, pero recibió este honorífico título no por un pasado plebeyo, sino por la cercanía a sus súbditos.
Diana era hija del Conde de Spencer pero debido al divorcio de sus padres a finales de los años 60, la futura princesa dejó el palacete donde se había criado y se mudó con su hermano y su madre a un apartamento en Londres.
Futura bailarina. Diana pasó en su juventud por varios colegios e institutos de enseñanza superior sin encontrar nunca su sitio. Sus antiguos maestros la consideraban una mala estudiante que nunca consiguió destacar en ninguna asignatura, pues su verdadero sueño era dejar los estudios en cuanto tuviera la oportunidad para convertirse en bailarina de ballet, disciplina que practicaba desde que era una niña.
La boda del siglo. Diana conoció a su marido, Carlos de Inglaterra, durante un retiro en Suiza, y la pareja pronto confirmó lo que todo el pueblo británico deseaba, su paso por el altar. Su boda se celebró en 1981 y es posiblemente el más célebre y multitudinario enlace del siglo pasado. Personalidades de todo el mundo acudieron a la Catedral de San Pablo en Londres y todas las cadenas de televisión del mundo estuvieron pendientes de cada pequeño detalle. El peinado que lucía la princesa fue el más demandado en peluquerías de todo el planeta durante el resto de la década. En los años siguiente, Diana trajo al mundo a sus dos hijos, William y Harry.
Y el divorcio del siglo. En agosto de 1996 Inglaterra vivía una situación inédita. Sus herederos al trono, Carlos y Diana, se separaban después de 15 años de matrimonio. Las cosas entre ellos nunca llegaron a ir del todo bien, pero la mayoría de los súbditos se posicionaron siempre del lado de la princesa. Para los ingleses, Carlos era demasiado lejano y serio, y se identificaban más fácilmente con la que tendría que haber sido su futura reina.
Confesiones ante el pueblo. El divorcio estaba más que anunciado. Un año antes de la separación, la princesa concedía a la cadena BBC una entrevista que mantuvo pegado a todo el país a la televisión. En ella confesaba su infelicidad, debido al constante acoso de paparazis y curiosos y su conocimiento de las infidelidades de su marido con Camilla Parker-Bowles. No cargó todas las culpas del fracaso de su matrimonio a Carlos. Ella confesó igualmente sus propias infidelidades y de cómo el estrés de su vida pública la había llevado a la bulimia e incluso a auto lesionarse.
El funeral más recordado. El 31 de agosto de 1997 el mundo quedaba en shock tras conocer la noticia de la muerte de Lady Di en un accidente automovilístico en París junto a su actual pareja, Dodi Al-Fayed. Mucho se ha especulado acerca de ese día, y no faltan las teorías de la conspiración, pero un juez decretó tres años después que la causa oficial del accidente era el elevado nivel de alcohol en sangre del chófer de la pareja aquella noche.
La Casa Real Británica, aún molesta por el devenir de los acontecimientos, se negó a conceder el título de Funeral de Estado a la ceremonia, pero el amor que el pueblo británico profesaba a la Proncesa del Pueblo hizo que esto fuera irrelevante.
El sábado 6 de septiembre, día del funeral, se decretó luto nacional y las banderas de todo el país ondearon a media asta. Se calcula que dos millones de personas acompañaron a Diana en su último paseo por Londres, en un ataúd cerrado montado sobre una carroza tirada por caballos.
Su cuerpo descansa en la finca familiar de Althorp House, en una isla artificial situada en un lago.
Redacción COSMO
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