Una punzada en el estómago. Una sonrisa que te cuesta fingir. Un torrente de malas ideas por tu cabeza. Estos son sólo algunos de los síntomas que sufrimos cuando vemos a nuestra pareja ser cortejada por otra persona.
Podemos considerarnos personas que saben llevar con inteligencia
los celos, pero lo cierto es que todos y cada uno de nosotros pasa por un pequeño tormento existencial cuando esto ocurre.
El flirteo o coqueteo es algo innato en nosotros, y desde que alcanzamos la adolescencia lo solemos utilizar para acercarnos a nuestros intereses amorosos o sexuales, pero estos no son sus únicos fines.
Tanto los hombres como las mujeres solemos utilizar este tonteo en más escenarios de los que pensamos y que nada tienen que ver con el amor o el sexo: pedir un favor, solicitar un perdón o simplemente por caer simpáticos. No todo acercamiento a tu pareja tiene que sacarte de tus casillas.
Pero pongámonos en lo peor y digamos que esa tercera persona sí tiene la intención de llevarse a la cama a tu media naranja. Psicólogos de todo el mundo se han puesto de acuerdo para enumerar los procesos que nos pinchan como aguijones desde el interior:
Temor. Tu mundo se tambalea y no puedes hacer nada por evitarlo.
Inseguridad sobre ti mismo. Ya no hablamos de la clásica inseguridad, en la que dudamos si estamos a la altura de nuestra pareja. Hablamos de dudar sobre nosotros mismos. ¿Soy ahora celoso cuando no había tenido estos sentimientos en mi vida? ¿Por qué ahora no puedo controlar mis emociones? ¿Hasta qué punto es justo que corte o evite esta situación que estoy presenciando? ¿Qué clase de persona soy?
Inseguridad sobre tu pareja. Aunque seas consciente de que es la persona más fiel del mundo, el mero hecho de que alguien se le aproxime con hambre de carne puede hacer que empecemos a ver a nuestras parejas con malos ojos. Y aunque rechace el galanteo de la otra persona, en nuestro interior algo puede haberse roto. Ni que decir tiene que es un error pensar negativamente acerca de él o ella, máxime cuando ha podido sentir más incomodidad que tú por el acercamiento. Pero ¿podemos evitar pensar así?
Los psicólogos tienen la respuesta. No. No podemos evitar pensar así. No podemos deshacer nuestros sentimientos y apartarlos a una papelera de reciclaje. Ahora bien, todos los profesionales coinciden en que tenemos dos salidas posibles.
La salida errónea, que sería inculpar a nuestra pareja por algo que no ha buscado y que tendrá sin dudas consecuencias negativas en el futuro de la relación.
La salida correcta, que se consigue con meditación y autocontrol. Siempre que los celos sean infundados, es decir, que no haya mala intención en tu pareja, debemos utilizarlos para comprendernos mejor a nosotros mismos y como un ejercicio de superación de problemas internos. Ponernos en el lugar de nuestra pareja y pensar que tampoco seríamos culpables de que una tercera persona se haya interesado por nosotros es más fácil de lo que parece. Esta salida se puede
dialogar en pareja abiertamente. Y perdonar.
Pero cuidado. La psicóloga norteamericana Keri Jones es especialista en el tema y distingue dos clases de perdón. El perdón positivo, que es aquel con el que usamos la comprensión y nos ponemos en la inocente piel de nuestra pareja; y el perdón negativo, aquel que es sólo de palabra y sigue arrastrando pensamientos negativos sobre la otra persona, llegando incluso a planear vengarse por resarcimiento. Como la misma Jones dice "el perdón negativo no es perdón en absoluto".
Si adoras a tu pareja, y aunque te cueste, tienes que entender que puede atraer a otras personas como te atrajo irremediablemente a ti. Y dicho esto, sólo nos queda una carta para jugar: la confianza en tu media naranja. Y si no confías en esa persona aunque nunca haya dado síntomas de infidelidad, ¿realmente disfrutas estando a su lado?
Redacción COSMO
Noticias escritas por el equipo de redacción de COSMO.
