Mi hijo se ha propuesto llevarme por la senda del bien. Decide darme una de sus chuches favoritas: una zanahoria.
Verme a mà sujetando una zanahoria ya es la leche, ¡¡pero viéndome comerla…!!
Y la he comido.
Yo a él le he dado donuts de chocolate para desayunar.
Entre él y yo, el equilibrio. Somos el yin y el yan.
Porque el otro… el otro ya digo que es como servidora. Si quieres que Don Bimbas se tranquilice, no te de la murga y esté concentrado en algo, dale chuches.
Esta es la imagen de cuando sabes que algo se come pero no sabes muy bien cómo.
Si es como yo, que lo es, o se lo quito ya y se lo abro, o es capaz de arrancarse a dentelladas y comérselo tal cual, con plástico y todo.
Con la tripota satisfecha, es verdad que encuentra otras cosas con las que entretenerse. Se puede pegar la tarde poniéndose y quitándose sus chanclas… y las de todos los de la urbanización. Menudo entretenimiento. Barato me va a salir.
(Aquà hay un culo. Es monÃsimo, pero no lo pongo porque hay algunos muy asquerosos por ahà sueltos…)
Hay que decir que es capaz de andar con maestrÃa con unas chancletas 17 números más altas que las suyas. Y comerse 17 palmeras de chocolate. Qué no sabrá hacer, este chilindrÃn.