Vamos con la bici y vamos a pasar por un puente. «¡Puente de piedra a la deriva!», grita emocionado El Cachorro. Jaja. «En lontananza», le digo. Porque soy de las petardas que corrigen y le digo que es «mirad» en vez de «mirar», pese a arriesgarme a convertir a mis hijos en unos pedantes, porque el paso que vamos, lo raro o cursi va a ser hablar bien.
Esto me ha recordado a cuando yo era pequeña. Utilizaba palabras que me parecÃan bonitas sin tener ni idea de lo que significaban. Colé en clase un «carente» en una poesÃa que no tenÃa nada que ver con lo que significa el verbo, convirtiendo mi poema en un despropósito.
Me encanta este proceso de descubrir palabras y expresiones. Yo a dÃa de hoy sigo haciéndolo y me chifla. Lástima que sea un interés tan poco popular…
Pues bien, nuestro paseo está siendo muy de regresión al pasado. A ver, desde que El Cachorro descubrió unas tizas, ahora hay que salir con tiza por la vida.
Hemos hecho una parada de nuestro paseo en bici y le he enseñado el juego tÃpico…
No solo me ha gustado mi reencuentro con el juego.
También las conversaciones que generaba entre los viandantes. «Papá, no pises la rayuela», decÃa uno. «En mi pueblo se llamaba cascalla», apuntaba otro.
Qué bonito es mira atrás.
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