Hace un rato me he hecho daño, le he pedido a mi enano que me diera un beso a ver si se me pasaba, me lo ha dado y me ha pasado luego la manica por la cara, acariciándome y diciéndome «ya ta, mama, ya ta». Respiro más tranquila sabiendo que tengo quien cuide de mà cuando sea una anciana decrépita. 🙂
Y habrá que investigar los poderes curativos de mi niño. Porque me ha hecho esto y se me ha pasado todo de golpe. Un don.
Es un crÃo que se preocupa por los demás. Me pregunta:
– ¿Labuela?
– La abuela en Pamplona – le informo.
– ¿E labuelo?
– El abuelo en Pamplona.
– ¿E Sila? – el perro, el que faltaba.
– El Sila con el abuelo y con la abuela en Pamplona.
Y una vez pasa revista, se queda conforme.
Pues esto, con mis mismas respuestas, un par de veces o tres al dÃa.
Ay, qué rico es.
¿Otro medico para continuar la saga? De geriatrÃa, quizás.
Pero este de los que ganan mucha pasta, con la imposición de manos y tal…