¿Recordáis que hace poco el Señor de las Bestias me mandó una foto de El Cachorro encariñado de un animalillo, preguntándome si podía llevar un hámster a casa? Pues la llegada del supuesto nuevo miembro de la familia se demora. Al padre de las criaturas se le «olvida» traerlo a diario. Pero a El Cachorro no.
Hoy, motu proprio, ha escrito esto:
(Ojo, él solito).
Ya tiene que querer que venga el bicho para ponerse él a escribir sin que nadie le obligue. La matraca la está dando pero bien.
Y no es la primera vez que oigo lo de que a casa va a venir UNA RATA. Ya vi en su día que lo que tenía entre las manos no era un hámster. Pero vuelvo a ver la foto, con mi mosqueo en todo lo alto y… nada, que no sé muy bien si lo que me van a traer es un ratón o una rata. Sea lo que sea, ya puede estar bien enjaulado, y no porque me den miedo o asco (bueno, la cola de la rata, un poco sí), es que con esos dientes y ese apetito voraz que no discrimina, se escapa y te destrozan la casa en un santiamén.
Echo de menos cuando teníamos a “Tiburón” y “Pez”.
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