Bien, si estáis siguiendo estas vacaciones dominicanas, ya sabéis que nos lanzamos a viajar en avión sin tele ni tablet, que nos montamos los cuatro en un catamarán sin saber pilotarlo, que nos fuimos a una excursión no recomendada para menores (ni para mayores, ni para nadie)…
Pues en lo que respecta a arriesgar la integridad de mis hijos, el descerebre continúa.
Alquilamos un coche y nos vamos a hacer turismo a la aventura. Llegamos a unas cuevas con unas escaleras de esas húmedas, desgastadas y resbaladizas.
Se nos adoba un niño dominicano que prácticamente vive en las cuevas esas y no se me ocurre nada mejor que dejarle a su cuidado a mi hijo de cuatro años para que haga el cabra con él.
Como lo veo muy suelto, me animo también a poner mi vida en sus manos.
Y dado que salimos indemnes, decidimos irnos a un restaurante local a ver si nos destrozamos el estómago a base de bien.
¿Quién dijo miedo? O vas a la aventura, o no vas.
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