Se acaba de subir solo a la silla. Delante de mis narices. Lo juro.
Tiene a todo quisqui epatado. Lo ven encaramarse a la valla de la piscina. Lo ven colgarse de una barra. Lo ven trepar solito sin problema las escaleras del tobogán. Lo ven saltar.
Lo ven que no hace pie en el balancín, pero escala él solito para montarse, y no contento con eso, se pone de pie en el asiento. Una vez arriba empieza a moverse para darle emoción al asunto.
Tengo a todos los vecinos entre horripilados y alucinados, mientras admiran el “más difícil todavía” de Don Bimbas y esperan su toñazo para lanzarme la famosa mirada Ves-te-lo-dije. Que me conozco el percal.
Y Don Bimbas parece que lo sabe, porque no hace sino provocar. Ahora en lo más alto del tobogán…
Ahora en la barandilla:
Desafiando la gravedad.
Newton, que mal te hubiera ido si te hubieses topado con mi hijo colgado del árbol en vez de una manzana…