Claro, que si llevo yo toda la vida llamando “tirrín” a su ombligo, no me ha de extrañar que luego se crea que si aprieta el botón de una tripa saldrá alguien a saludarle.
En este caso, no andaba descaminado.

Lo del “tirrín” creo que lo conté en marzo de hace un año en este mismo blog, lo tarde que me enteré de que el ombligo se llamaba ombligo. Bueno, generalmente pocos hablan de su ombligo, así que si de pequeña te cuentan que se llama “tirrín” y luego nadie vuelve a mencionarlo hasta que estás en E.G.B., lo normal es que sigas pensando que se llama igual: “tirrín”.
Ahora que lo pienso… ¿radicaría entonces mi fama de “la payasa de la clase”? ¡Pues no era intencionado! ¡Puro desconocimiento! Cuánta incomprensión.