Acaba de ocurrir. Yo siempre he dicho, y lo mantengo, que mola ser madre temprana o tardía, o sea, veintipocos o treintaymuchos. Si tienes un hijo pronto, te pilla con más energía y cuando él ya es mayor tú aún puedes reengancharte al tema salir por la noche, viajar con amigos, etc. Si lo tienes tarde, ya has quemado y requemado la noche, has viajado lo que te ha dado la santa gana, y te vuelcas en la tarea de criarlo como con más dedicación, o conciencia, o… vale, vaaaaale: madurez. En cualquier caso, lo dicho, o antes de o después de.

(Mujer madura jugando a hacerse fotos reflejada con su bebé).
Ahora bien, esta noche, meditando en el balcón mientras fumaba un pitillo, de repente me ha asaltado el arrepentimiento de no haber tenido a El Cachorro en mi primera de las dos opciones óptimas para hacerlo, la de los veintipocos. ¡Quiero vivir tantas cosas con él y me va a pillar tan viejuna! Mierda.