¡Hola Mis Chicas Molon@s!
Como ya os conté hace un tiempo, estuve en Barcelona de bodorrio. He necesitado un tiempo para recomponerme y asumir los hechos que ya mismo, sin más dilación, voy a proceder a relataros.
Llegué tarde a la ceremonia, pero es que, para variar, me tocó ser la última de mis amigas en ser peinada y maquillada. Tuve la mala suerte de encontrarme con la novia y su padre cuando subÃa a toda mecha a la habitación del hotel para vestirme de boda. Un putadón de los gordos, pero la novia supo perdonarme.
Aunque no llegue para ver cómo mi amiga entraba a la iglesia, sà pude asistir a parte de la ceremonia. Aquà donde me leéis, soy muy sentida y en las bodas me harto de llorar como una magdalena. Me parece precioso comprometerse para ser socios y compañeros en esta aventura que llamamos vida. Pues ahà estaba yo sentada en el banquito de la iglesia, pañuelico en mano, y mientras estaba escuchando el sermón del cura, se me fue el santo al cielo. Pensé en lo caprichosa que es la vida. Un dÃa estás en misa, incluso replican las campanas, y otro dÃa estás follando a cuatro patas la mar de a gusto. Variopinta la vida, sà señor.
Como en cualquier boda, de la ceremonia pasamos al cocktail y del cocktail a la comida. Durante la comida retomé un par de conversaciones que tenÃa pendientes en Tinder. Y me puse juguetona. A mi derecha estaba sentado el marido de una amiga que no sabÃa qué se esconde tras esa llama roja e incendiaria. Le encantó la idea y me robo momentáneamente el móvil para enviarle un mensaje a Aitor. Mi nuevo crush en Tinder.
Antes de sustraerme el boli, yo ya le habÃa encendido con un mensaje subidito de tono del tipo Estoy en una boda y no llevo bragas. Me encantarÃa que estuvieras debajo de mi mesa. El marido de mi amiga, muy motivado y emocionado con mi tindereo, le escribió sin que yo me enterará Enséñame tu cochina lengua. Y se lió parda, obviamente. Ya os lo contaré.
Pasamos al baile…
Aquello estaba lleno de Joans, Arturs, Paus y Oriols. Yo no soy catalanista, ni lo quiero ser, pero aquello parecÃa una reunión de Junts Pel SÃ. Catalanismos aparte, los catalanes son una auténtica preciosidad. No llegan a ser tan adonis y apuestos como los vascos (eso es otro nivel), pero están para comérselos como si fueran calçots. Como es digo, ya en el baile, ya de noche, ya cuando el sol se habÃa escondido para dar paso a la luna, que de todas las damas ahà presentes, sin duda era la que más brillaba…, ocurrió algo.
Oriol se presentó. Y Oriol no venÃa sólo. Le acompañaba Pau. Os doy mi palabra que no sé lo que ocurrió, no se qué paso ni cómo comenzó la conversación, ni quién propuso a quien. Pero de repente me vi dirigiéndome, acompañada de los dos catalanes, a la habitación de uno de ellos. Todos dormÃamos en el mismo hotel y al parecer, esa noche, Ãbamos a follar. Los tres. No cada uno por su lado, sino los tres juntitos y revueltos.
Alguien propuso un trÃo y los tres estábamos de acuerdo. No recuerdo a quién se le ocurrió la brillante idea. Creo que a mÃ, pero no me hagáis demasiado caso porque me falla la memoria. Mientras Ãbamos caminando hacia el hotel, no lo tuve muy claro. Dudé un instante. Pensé que no era el momento, todo habÃa ocurrido demasiado rápido. No habÃamos intimado, no habÃamos profundizado en ninguna conversación. no sabÃa de qué pie cojeaba ninguno de los dos, la música que escuchaban o si creÃan o no en la re encarnación. Eran completos desconocidos, completos extraños. Con los que servidora se iba a poner morada.
Pero la guarrilla que llevo dentro se impuso sobre la Pepita dubitativa que si insistÃa en ponerse demasiado pesada, iba a joder la fiesta. Ahà estuve rápida y no me deje vencer. Me dije a mi misma…déjate llevar. Y asà lo hice. Asà fue cómo llegamos a la habitación de uno de ellos, No perdà el tiempo en preguntar de quién era, lo cierto es que no me interesaba. Le perdà al pista a uno de ellos, imagino que estarÃa haciendo de voyeur y mirando cómo nos comÃamos ansioso la boca. Oriol me besó con violencia y se bajó al pilón más rápido que Tarzán con vaselina en las lianas. Una vez terminó la faena, se la sacó con la misma rapidez. Me dio la vuelta, me tiró sobre la cama y me penetró levemente. Vamos, sólo la puntita.
Sigo sin saber qué narices hacÃa Pau. Entonces tuve una brillante idea y me di cuenta que al desenfundar su pistola, el listillo de Oriol me la habÃa enchufado sin condón. Y por eso no paso. Ni de coña. Le dije:
-Oriol cariñet, o te pones la gomita o servidora se sube las bragas y se va por donde ha venido.
Pues no debÃa de estar muy caliente el Oriol, porque se recogió el pene, se subió la bragueta, se puso la chaqueta y dijo que se bajaba. No sin antes descubrirme algo que yo desconocÃa por completo.
-Pues paso. Liaros vosotros dos. Además, mi novia está abajo esperándome. La madre que lo parió, fill de puta. Eso yo no la sabÃa. Os prometo que no lo sabÃa. Pero vamos, tampoco me perdÃa yo demasiado. Desaparecido Orial, Pau se sentÃa desconcertado. No sabÃa reaccionar, ni qué hacer. Ni qué decir. Estaba perdido, incluso aturdido. No sabÃa hacia dónde mirar. Y le entró el pánico.
Y entonces me soltó una perla.
-Es que mi novia también me está esperando abajo. Me faltó el canto de un duro para pegarle una bofetada al más puro estilo hollywoodiense. Pero me acordé de mi madre. Agua que no has de beber déjala correr.
Como veis y muy a mi pesar y con el calentón que llevaba encima, no me comà un torrao. Me puse las tetas en su sitio, me retoqué rauda y veloz, y me fui dando un portazo y maldiciendo lo que ahà habÃa ocurrido. Ver para creer. ¿Muy fuerte no? Casi me echo a llorar de la pena. Pena por las pobres novias que esperaban abajo, si es que habÃa novias. Y pena por aquel final tan trágico. He de reconocer que me salió el tiro por la culata, aunque Oriol no fuera como mi negro ni Pau fuera como aquel otro negro con el que me dejé llevar.
Pero la cosa no quedó aquÃ. Cuando se terminó la fiesta y los más bailongos nos recogimos rumbo a nuestras habitaciones, en recepción me crucé con el papanatas de Oriol. Pasé por su lado, digna, dignÃsima, a pesar de que a esas horas indecentes ya me habÃa bebido hasta el agua de los floreros para olvidar lo que ocurrió en la habitación del pánico. Me detuve a su lado y le dije:
-Oriol, bona nit. Y Oriol habló de nuevo:
-Me he quedado con las ganas de follarte. Entonces me acerqué a él y le hice callar posando el dedo Ãndice y el medio sobre sus labios.
-Querido Oriol, pues va ser que no. Te vas a quedar con las ganas. Este tren sólo pasa una vez.Â
 ¡Feliz Sexo!
NO CREO EN LA CIENCIA, SÓLO EN EL AMOR, LA MÚSICA Y EL SEXO. P.D.:Y EN TODOS SUS COMPAÑEROS DE VIAJES
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