¡Hola Mis Chic@s Molon@s!
Mirad este vÃdeo.
Si os pasa lo mismo que al mismÃsimo prÃncipe de Zamunda, bienvenidos al club. La gente es muy rara, y parece que te ha mirado un tuerto porque últimamente te la encustras tú (y yo) a toda. Es hora de probar experiencias nuevas y conocer gente distinta. Mis amigos de Minutos Dating me invitaron hace unas semanas a un speed dating. A mà y a dos amigas que me acompañaron. Para los que no tengáis ni pajolera idea de lo que os estoy hablando, el speed dating no es ni más ni menos que un sistema de citas rápidas.
El número puede variar, pero siempre es el mismo número de chicas y de chicos, por aquello de que ninguno se quede esperando mientras los demas se están cortejeando. La cosa funciona asÃ. Nosotras, las féminas, nos sentamos en una mesa cada una. Y uno de los chicos participantes se sienta a hablar con nosotras.
El tiempo para cada cita es de cinco minutos (aunque pueden ser hasta 8), tiempo más que suficiente, afirman los expertos, para saber si quieres o no seguir conociendo a esa persona, si lo que te cuenta te resulta intersante y si ell@, te gusta.
A los cinco minutos suena una campanita en sonido de RINGGGGGGG…y el chico con el que hablabas se va a la siguiente mesa y viene uno nuevo. Y asà sucesivamente. De esta forma tuve 10 citas en una noche. Yo y todas mis compañeras.
La cosa más o menos empieza asÅ
Entré bastante confiada, emocionada y he de reconocer que algo nerviosa. Empecé  a ver gente, ellos y ellas. Irremediablemente buscaba al tio bueno del garito y echaba un ojo para ver si entre ellas, habÃa mucha competencia.
Un chico de la organización me dio una pegatina con un número, el 8, y mi nombre. Me senté en la mesa número ocho y se acercó el primer chico.
1. Leo
Con el número 1 apareció Leo. Nombre difÃcil de pronunciar, hombre todavÃa más difÃcil de mirar. Leo tenÃa, sigue teniendo, 36 años. Informático de profesión, rarito de cojones, pero buena gente. El amigo buscaba gente nueva con la que compartir un buen rato, gente con las que entablar una bonita amistad para compartir tardes de cine, paseos por el Retiro, risas y ratos agradables. Y si surge, algo más. Leo no habÃa perdido la ilusión de encontrar a una mujer con la que compartir su vida. Desde luego ni yo era su rota ni él era mi descosido.
Eleazar, tal como vino, se fue.
2. Antonio.
Antonio llegó el segundo. TenÃa 48 años, y aunque, por edad, no podÃa ser mi padre, me pareció algo mayor para mi. Me vomitó su historial de vida en un momento.
Era andaluz pero llevaba más de 10 años viviendo en Madrid. Estaba divoriado dos veces. La última fue hace cinco años. TenÃa tres hijas y se dedicaba al negocio de las joyas. Se arruinó hace años por culpa de una mala operación que decidió su socio, con el que acabó como el rosario de la aurora. La venganza es un plato que se sirve frÃo, me dijo mientras bebÃa de su copa. Y luego me dijo que tenÃa los ojos bonitos.
Me dio un poco de yuyu todo él, pero sobre todo cómo pronunciaba su frase de la venganza mientras me penetraba con su mirada. Y le dejé marchar.
3. Y entonces llegó Pablo.
Pablo iba muy bien vestido y aunque no era un adonis, me pareció guapo. Le pareció anodino contarnos a lo que nos dedicábammos, pero cuando supo que escribÃa sobre sexo y otros menesteres, se vino arriba. Me contó que querÃa inventarse un preservativo que no molestara y de un sólo uso. HabÃa estudiado arte dramático y fue actor un tiempo. Incluso se atrevió a interpretar un papel improvisado. Por unos momentos se convirtió en Marco, un dÃscolo italiano y algo atormentado. Me hizo reir y me pareció inteligente. Y divertido. Los dos nos hicimos tilÃn.
4. Alfonso. Era un tirillas obsesionado con las ultramaratones. Son como las maratones, pero más. Diego me contó que en la última ultramaratón en la que habÃa participado, estuvo corriendo 16 horas. ¡Qué moral tú! El tÃo era bastante majete y conversador. Pero no hubo feeling.
5. Eneko.
Con el número 5 llegó un chico vestido de verde, Diego también era ingeniero y trabajaba en Airbus. TenÃa muy buena pinta pero tampoco hubo feeling. Yo creo que ya habÃa fichado a una que le gustaba.
6. Raimundo
De él sólo puedo decir que se dedicaba a dar clases de recortables y papiroflexia a niños. Lamentablemente es lo único que recuerdo de Raimundo.
7. José Luis
De Paco tampoco recuerdo mucho. En mis notas sólo escribàpanoli.
8. Rubén. Iba vestido de amarillo. parecÃa piolÃn, pero vestido y en un bar. Era ingeniero aéreo y trabajaba en Aena. Rubén me desveló una gran verdad que desconocÃa hasta entonces.
– La caja negra no es negra, es fosforescente. Llamadme tonta, pero siempre habÃa pensado que era negra.
10. Juan. Con el número 10 se presentó Luis. Jajajajaja. Juan fue de risa.
– Bastante flojo fue lo que me respondió cuando le pregunte que qué tal estaba yendo la noche. Al parecer las chicas que habia visto no eran guapas. Ni inteligentes.
TenÃais que haberle visto. Qué se puede esperar de una persona que es capaz de decirte a los cuatro minutos de conocerte La droga más dura es el amor. Hasta nunca Juan.
11. Marcos. Acababa de cumplir 32 primaveras y tenÃa varias academias de inglés por Madrid. Ahora andaba como loco buscando un local para abrir una nueva academia. Telita el Marcos, también tenÃa lo suyo.
Al principio de la velada nos dieron una tarjeta en la que anotar el nombre, la edad, los detalles y las impresiones causadas por las damas y caballeros con l@s que charlamos. Al dÃa siguiente nos enviaron un email con unas claves para acceder a una plataforma online en la que debÃamos decir quién nos habÃa gustado y quien no. Si suena la flauta y al que te gusta, le gustas, hay una especie de match o crush y os facilitan el teléfono del otro para poder empezar una relación de amistad, follamigos, novios, amantes o simplemente una noche loca. No iba en busca del hombre de mi vida, pero sabÃa que me lo pasarÃa bien.
A mà me gustó Javier, el actor. Y yo a él. En prinicipio para una noche loca. Y si surge, amistad. Una bonita amistad.
¡Feliz Sexo!