¡Hola Mis Chic@s Molon@s!
Os dejé la semana con la miel en los labios. Lo sé. pero ya retomo. Nos habÃamos quedado en que yo esperaba ansiosa a que me dejara entrar en su habitación. Al poco rato entré, y ya con la luz encendida, me di cuenta de lo humilde que era esa casa. No habÃa puertas ni en la habitación ni en el armario. En su lugar colgaban cortinas. De las feas. El armario eran ladrillos colocados uno encima de otro sin revestir.. Y las sabanas, aunque estaban limpias, estaban rotas en varias zonas. Sabanas rotas que acabaron mojadas y revueltas. Y más rotas todavÃa.
Andy (os informo) es el más guarro de todos aquellos con los que me he acostado. Ya desnudico, su cuerpo era un escándalo de verdad. Su abdomen eran tabletas de chocolate, unas piernas de jugador de fútbol y un cuelo para partir nueces. Y lo mejor de todo. Y su pinga, era un monumento. De la Grecia clásica. Y ahà lo tenÃa yo, Calzón bajao, condón puesto. ¡Qué maravilla!
Andy me puso de todas formas posibles. Me sentÃa como una marioneta contorsionista que se dejaba llevar por el savoir faire del gorrino de Andy. Este negro me lamió entera y su lengua recorrió bárbaramente todos los recovecos de mi cuerpo. Flipé en colorines, vi las estrellas y de nuevo, me dejé llevar. Y en ese momento de tanto que me dejé llevar, sentà que me mareaba. Qué bonito es sentir que se marea una en estas condiciones.
Aunque las luces estaban apagadas, constaté que su pinga era negra (de qué color iba a ser sino) y de grandes dimensiones. Tanto que casi me atraganto. Si señor, un pene muy aseado y muy limpio que olÃa a sexo, del bueno, y sabÃa mejor. A todo esto, me acordé de que no habÃa puerta y le dije que si debÃa ser discreta por su madre y su hermana. Me dijo que no, asà que siguió follándome a lo loco y yo gritando. A lo loco también.
Andy me dio algún que otro azote mientras me preguntaba al odio. ¿Te gusta? Es ahora cuando me metà por primera vez en el papel de amante latina. Le pregunté cómo se decÃa Me gusta en cubano y me dijo, !Qué rico! Asà que aquà es cuando empecé con ¡Qué rico papi! por aquÃ, ¡Qué rico papi! por allá.
Lo que ocurrió a coninuación puede ser preocupante, aunque espero que todo quede en un susto. Al final de la corrida, se nos rompió el condón de tanto usarlo. Y no una, sino dos veces. Estos cubanos tienen penes que realmente no caben en los condones habituales que se fabrican en este paÃs de miembros más discretos. ¡Qué lástima! Tras la segunda rotura de condón, temiendo que a la tercera fuera la vencida, decidà aflojar el ritmo, dejar el folleteo y dormir un poco.
Tras el meneo y antes de que me entrara sueño, le dije que tenÃa que ir al baño. Cuando llegué a los excusados, no habÃa váter ni nada que se le pareciera. Tampoco habÃa ningún agujero que lógicamente se dedujese que fuera el agujero destinado a miccionar. Asà que hice pis donde más claro lo vi. Menos mal que habÃa un cubo con agua, con la que me acicalé al terminar. Pues no habÃa papel, y menos higiénico.
De nuevo en la cama, ese hombre que me habÃa embestido como una bestia parda, me besó con dulzura extrema y durmió abrazado a mà el resto de la noche. A las pocas horas me llevó a la casa donde yo dormÃa, ya que esa misma mañana volvÃa a la Habana para terminar mi periplo por la isla.
Antes de despedirme me pidió algo que me hizo sentirme…..digamos extraña. Me pidió cuatro CUCs (pesos cubanos convertibles). Al cambio son aproximadamente cuatro euros. Cuatro euros no son nada, pero es la primera vez que alguien me pide dinero después de follarme. Me dijo que eran para recargar el móvil y llamarme. Efectivamente me llamó, y en dos ocasiones. No sólo me llamo, sino que mientras yo pasaba mis ultimas horas en una playa de Trinidad, él estuve esperándome un par de horas bajo el sol abrasador y justo hasta dos minutos antes de que llegara. Eso me dijo Teresa, la señora de la casa donde dormÃamos.
Mija, el muchacho te estuvo espelando más de dos horas al sol. Se fue recién. Me dijo que te dijela que te estuvo espelando, pelo se ha ido polque tenÃa que trabajal.
Sé que lo que Andy sentÃa por mi no era amor, ni cariño, ni siquiera obsesión. Más bien yo era un billete rumbo a una vida mejor, una oportunidad para salir de ahÃ. Aunque yo sea una auténtica romántica, ni de coña iba yo a pillarme por Andy o presentárselo a mi madre. Igual me podrÃa pillar, pero presentárselo a mi madre, nunca. Eso son palabras mayores.
Qué bonito es dejarse llevar y aunque Andy me cobró por sus servicios, el polvo me salió bastante barato.
¡Feliz Sexo!
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