
Instagram club de fans Amber Heard @amberheardnews
Hollywood anda con el corazón encogido desde que una apesadumbrada, triste, seria y magullada Amber Heard apareciera el pasado viernes en la corte de Los Ángeles para solicitar una orden de alejamiento temporal de Johnny Depp. El corazón de los fans de la pareja están divididos entre su confianza casi plena en el protagonista de Piratas del Caribe y las evidentes señales de agresión con las que se presentó la actriz ante el juez, incluso a la salida de los juzgados evitó taparse o cubrirse su bonito rostro con unas enormes gafas. Más desconsoladoras eran incluso las imágenes de la joven de 30 años totalmente rota en lágrimas dentro del coche, prueba indiscutible de que su breve matrimonio ha estallado como una bomba de racimo, que reparte rumores, chismes y comentarios a diestro y siniestro, mientras la estrella de 52 años se encuentra en Europa atendiendo sus compromisos promocionales y musicales.

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Hay quienes ponen en duda la versión de la protagonista de La mujer danesa. No solo la abogada de Depp, que la tilda de mentirosa por no poner una demanda por violencia doméstica contra su cliente o por colgar fotos en redes posteriores a la agresión sin señales en su rostro – se le debe haber pasado que Amber no tiene cuenta oficial en Instagram –, sino de aquellos que creen que, al no haber acuerdo prenupcial, la artista esté tratando de hacerse con un buen trozo de la enorme fortuna del actor. Además de los otros muchos que pusieron siempre en entredicho una unión entre dos personas a las que separan 22 años y que se encuentran en momentos vitales muy distantes.

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Sin embargo, Depp ha encontrado la mejor defensa en sus dos ex mujeres: Lori Anne Allison, con la que estuvo casado tres años en la década de los 80, y Vanessa Paradis, con la que no llegó a contraer matrimonio, pero con la que pasó 14 años de su vida y tuvo a sus dos únicos hijos. “Johnny Depp nunca puso su mano sobre una mujer y no es capaz de hacer daño a nadie”, dijo la primera al portal TMZ. Versión que horas después era corroborada por la modelo francesa, que hacía publica una carta de su puño y letra en la que refutaba a todos aquellos que han tachado al padre de sus hijos de maltratador: “En todos los años que he conocido a Johnny, él jamás ha sido abusivo físicamente conmigo y esto no se parece nada al hombre con el que viví 14 maravillosos años”. Y un tercer adalid salía a la palestra el domingo, su hija Lily Rose Depp, que utilizaba Instagram para compartir una instantánea junto a su progenitor cuando era un bebé: “Mi padre es la persona más dulce que conozco, no ha sido más que un papá maravilloso conmigo y con mi hermano, y quienes le conocen bien dirán lo mismo”.

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Dicen que no hay dos sin tres. A última hora del domingo empezaba a rular por los mentideros de Hollywood un tercer actor en todo este galimatías, mejor dicho, una actriz. Habría sido el propio Johnny, desde Portugal donde actuaba con los Hollywood Vampires, el que habría insinuado a su entorno el detonante de la enorme crisis de la pareja: Cara Delevingne. “Johnny se estaba volviendo loco con sus sospechas sobre la relación entre Amber y Cara. Sus miedos iban creando una enorme sombra sobre su matrimonio, perdiendo toda la fe en que su mujer le sería leal”, decía una fuente al diario The Sun. Conocida es la bisexualidad de la que siempre hizo gala Amber y también es pública y notoria la tendencia sexual de la amiga de Kendall Jenner, que en una entrevista a Vogue confesaba volverse loca con las mujeres. Según algunos testigos, la relación entre ambas se remontaría a 2014 y sus encuentros habrían ido en aumento en los últimos meses. ¿Tendrán las sospechas de Johnny repercusión en la larga relación de Cara con la cantautora St. Vicent? Es pronto para vaticinar nada, lo que es incuestionable es que a este divorcio le quedan todavía muchas páginas por escribir y que no tiene visos de resolverse con la rapidez y privacidad que le gustaría al ganador de un Globo de Oro.

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