El lenguaje corporal nos delata queramos o no. Esto es aplicable no sólo en nuestros momentos conscientes, sino también cuando dejamos de controlarlo.
Según los expertos y psicólogos en cognición y lenguaje, se puede conocer el tipo de relación que estás viviendo con otra persona por la posición en la que ambos dormís en la misma cama. El tipo de postura puede ser una manera de delatar la situación emocional por la que ambos pasáis.
Entrelazados. Dormir abrazados en propio de las parejas que están empezando su vida juntos. El sexo y la pasión están muy presentes en esta etapa, aunque los expertos coinciden en que igualmente es la postura preferida de las personas celosas.
Cucharita. Es la postura que delata la perfecta armonía entre ambos.
Los psicólogos coinciden en afirmar que aquel que abraza al otro se siente con la capacidad de guiar y proteger a su pareja. Ahora bien, de la misma forma puede significar cierta inseguridad por el futuro.
Uno frente al otro, sin tocarse. Las parejas que duermen en esta postura tienen la necesidad de controlar a la otra persona, pero sabiendo respetar su espacio vital. Aunque no existe contacto, denota una vida sexual muy activa y una conexión muy fuerte entre ambos.
De espaldas sin tocarse. Esta postura puede significar que algo no va bien con la relación, sobre todo si la postura de uno o de ambos es forzada y tensa. También puede significar el deseo de buscar su propio espacio y la incapacidad de expresarlo a la otra persona.
De espaldas tocándose. Las parejas que duermen en esta posición se sienten unidas pero con la necesidad de buscar su propio espacio, respetando asimismo el del otro. Denota confianza y seguridad.
Uno encima del otro. Cuando una persona apoya parte de su cuerpo sobre la de su pareja, expresa dependencia y temor a perder la relación.
Totalmente separados. Esta postura denota la separación mental y sentimental que puede existir entre ambas personas. Es propia de las parejas que están pensando en terminar con la relación.
Separados pero con los pies entrelazados. Dormir en esta posición delata que, aunque existe una gran conexión entre ambos, existe una diferencia que aún no se ha superado en la relación.