La modelo trabajó recogiendo patatas y tomates y pintando el hospital de su localidad para ganar dinero en su Rusia natal
A pesar de que hoy en día es una de las modelos más cotizadas del mundo, Irina Shayk no se ha olvidado de la dura infancia que vivió en su Rusia natal, donde ella y su familia tenían que sobrevivir con escasos recursos económicos, hasta el punto de que en ocasiones no tenían qué comer.
"Tenía que trabajar recogiendo patatas y tomates porque esa era una de las maneras de ganar dinero en mi pequeño pueblo. Durante los veranos me pagaban 20 dólares por trabajar 30 días pintando el hospital local. Todavía sigo trabajando con ese hospital a día de hoy y resulta muy gratificante poder devolverles parte de lo que me dieron", explicó la maniquí a la revista HELLO!
Pero la situación de Irina no mejoró de la noche a la mañana una vez fue descubierta por un cazatalentos de modelos.
"Recuerdo que en una ocasión, cuando vivía en París, estaba muerta de hambre porque no tenía nada para comer. Eso marcó un antes y un después para mí porque no me rendí.
Sabía que no podía regresar a casa sin haber conseguido nada, y eso hizo que trabajara todavía más duro", matizó.
Irina atribuye ahora su éxito profesional a sus orígenes humildes, y al gran ejemplo que recibió de las mujeres de su familia.
"Mi padre murió cuando yo tenía 14 años y aprendí a ser una mujer fuerte de mi madre y mi abuela, que es mi heroína", añadió.