El jamón serrano, ese gran desconocido para la población mundial y tan estimado por la población española, es después de nuevas investigaciones una joya gastronómica. Sus beneficios son enormes y mucho nos tememos que si esta información pasa de nuestras fronteras, al final no sólo entrará dentro de los alimentos básicos de la dieta mediterránea, sino que corre el riesgo de ser declarado patrimonio de la humanidad.
Modestia española aparte, un reciente estudio en el hospital Ramón y Cajal y dirigido por el doctor José Seban, una eminencia en el campo de la medicina, demuestra que el jamón no favorece la hipertensión ni eleva los trigliceridos, al contrario, favorece los vasos sanguíneos y la presión arterial.
Otro dato del estudio revela que el jamón serrano definitivamente no engorda, y que unido a su alto contenido en proteínas nutritivas y minerales, vitaminas como la B1 y B2 y hierro y zinc, es muy recomendable para combatir el decaimiento, el estrés y favorecer el desarrollo de los niños, pero sobre todo, es muy recomendable para incluir en dietas de pérdida de peso.
Sólo las mujeres embarazadas deben evitar por el momento comer jamón por el peligro de la toxoplasmosis como cualquier embutido, (todavía no se ha realizado un estudio para decir lo contrario).
Esta investigación se ha realizado con el jamón de cebo y de bellota (¡maldito parne!) y estos no son precisamente económicos. Si a esto le añadimos que el mundo demande nuestro jamón, el precio
subirá o bajará la calidad y como no es nada positivo ninguna de estas situaciones, lo mejor y más inteligente es que esta información no traspase nuestras fronteras.
Redacción COSMO
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