Ya la tenemos de nuevo aquí. Un año más, nos preparamos para la Nochevieja poniéndonos nuestras mejores galas, luciendo elaborados peinados y preparando con tiempo nuestras uvas de la suerte.
Las celebraciones para dar la bienvenida al nuevo año se repiten por todo el planeta, aunque en cada país existen pequeñas diferencias en las tradiciones que se llevan a cabo durante la última noche del año.
En España, la tradición desde hace más de un siglo es cambiar de año acompañados de las doce uvas de la suerte. Existen varias teorías acerca de cómo comenzó esta tradición.
Una de ellas afirma que se debe al excedente de uvas en la cosecha de 1909. Según esta suposición, los agricultores prefirieron no deshacerse de ellas, e idearon regalarlas a los vecinos, señalando que comer doce uvas durante las campanadas de fin de año atraería a la buena suerte, y además alentaría al consumo de las mismas en los años siguientes.
Otra de las teorías tendría su origen en las últimas décadas del siglo XIX y afirma que la tradición de las uvas vendría de la costumbre de las familias aristocráticas madrileñas de incluirlas en el menú de Nochevieja junto a una copa de vino espumoso.
Al mismo tiempo, el alcalde de Madrid por aquel entonces, José Abascal y Carredano, promulgaba un bando en el que prohibía a los madrileños organizar celebraciones en la calle debido al ruido generado y a la suciedad resultante. Los madrileños, de forma irónica y burlona, decidieron desobedecer el bando y para ello salieron a las calles imitando las costumbres de la aristocracia, ya que según el alcalde las celebraciones de los más ricos de Madrid no eran ningún problema. Y así, los habitantes de la capital llenaron las calles con una copa de espumoso y las uvas con las que celebraban sus vecinos más pudientes.
En Nueva York, es tradicional acudir a la emblemática plaza de Times Square para recibir el año nuevo. Durante todo el mes de diciembre, los habitantes de la ciudad cuelgan los deseos para el futuro en un mural. Son estos papelitos los que luego se desmenuzan y se convierten en el confeti que llueve sobre ellos al pasar la medianoche. Además, durante los primeros segundos del año nuevo, es tradicional besar a una persona del sexo opuesto, que no tiene que ser necesariamente tu pareja.
En Italia, además de tener la misma costumbre que en España de vestir ropa interior de color rojo, es la tradición cenar lentejas la noche del 31 de diciembre. En algunas ciudades, como Roma o Nápoles, también está extendido el arrojar por la ventana algún trasto viejo que ya no nos sirva, una manera de dejar atrás lo pasado y dar la bienvenida a lo nuevo.
En Alemania y algunas ciudades de Austria existe una tradición llamada Bleigiessen, que consiste en quemar una figura de plomo dispuesta sobre una cuchara con la ayuda de una vela. Cuando el plomo se derrita, dará lugar a una forma que será interpretada, a modo de adivinación, como aquello que nos tiene preparado el año nuevo.
En Dinamarca encontramos un par de tradiciones curiosas. la primera consiste en subirse de pie en una silla con la primera campanada del año y saltar al suelo con la última para atraer a la buena suerte. La otra tradición consiste en salir a la puerta de casa a romper platos contra el suelo. Mientras más vajilla destrozada haya en tu puerta, más amigos tendrás.
En Río de Janeiro el año nuevo se recibe, como no puede ser de otra manera, en la playa. Siendo allí pleno verano en diciembre, los habitante de la ciudad acuden al mar para honrar a Lemanjá, la diosa del agua. Cada persona tiene la costumbre de lanzar al mar una vela flotante rodeada de flores y observar cómo se aleja. El resultado, como el de un mar estrellado, es una de las imágenes más bellas que podemos ver en la última noche del año.
Redacción COSMO
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