No vamos a entrar a discutir lo que realmente significa la palabra felicidad. Es un concepto tan personal y subjetivo que el debate se haría eterno.
Lo que sí podemos hacer, con los resultados en la mano, es echar un vistazo a la lista de los países que, según Naciones Unidas, tienen un más alto índice de felicidad entre sus habitantes. En lo que llevamos de década, y teniendo en cuenta que ese estudio de la ONU se repite cada año, siempre vemos un país repetido entre los tres primeros puestos de la lista. Hablamos de Dinamarca.
Pero, ¿cómo es posible que un país tan frío y con tan pocas horas de luz sea el más feliz del mundo? Bien, Dinamarca tiene un secreto que está dispuesta a compartir con el resto del mundo.
De la misma manera en que La India compartió con el resto del mundo la práctica y las enseñanzas del yoga, ahora Dinamarca releva el secreto de su filosofía de la felicidad: el hygge. Pero tranquilidad, no hace falta ningún esfuerzo físico ni romperse la espalda para practicarlo.
Más bien todo lo contrario.
Es difícil explicar qué es el hygge cuando es algo tan danés que no tiene una palabra equivalente en ningún otro idioma para traducirlo rápidamente.
Quizás la traducciones que más se acerquen sean "confortable", " cómodo" o "agradable", pero el hygge es mucho más que eso. De la misma manera en que nosotros, procedentes de países más cálidos, vemos esa comodidad en reuniones sociales en terrazas al sol acompañados de una buena cerveza, en Dinamarca no es que hayan tenido que conformarse con el clima invernal que les ha tocado vivir, sino que han sabido sacar provecho de las circunstancias.
Hygge es
ponerse cómodo en un sillón observando el fuego de la chimenea acompañándote de una buena taza de café. Hygge es hacerse un rollito con las mantas en una lluviosa mañana. Hygge es tumbarte junto a tu mascota disfrutando de una buena copa de vino. Básicamente, se trata de rodearte de aquello que te hace feliz y disfrutar en calma y sin prisas.
Parecen algo que cualquiera puede hacer en su casa, pero el acierto de los daneses ha sido convertirlo casi en un arte. Ellos, obligados por el largo y oscuro invierno a pasar muchas horas sin salir al exterior, amueblan y preparan sus hogares para celebrar el hygge y sacan tiempo de donde sea para ello.
Aunque estas actividades pueden practicarse en grupo, preferiblemente en pareja, el verdadero hygge es el que se disfruta solo, poniendo en orden nuestros pensamientos, relajando el cuerpo tras un duro día de trabajo y buscando la paz interior, de la misma manera en la que funciona la meditación, pero sin la necesidad de posturas extravagantes. Eso es lo bueno del hygge, que es preferible practicarlo tumbado.
Y aunque hayamos mencionado que nos podemos acompañar de una copa de vino o de nuestro licor preferido, el hygge no está casado con grandes ingestas de alcohol, pues sus fines son elevar nuestra mente pero también nuestro cuerpo, y una borrachera con su consiguiente resaca nos va a dejar unas marcas que no son compatibles con la idea de felicidad sana del hygge. Es decir, mimarnos sí, pero sin excesos ni consecuencias negativas.
Ahora bien, ¿se puede practicar el hygge fuera del territorio danés? Esto es lo que muchos empresarios quieren averiguar, pues están naciendo por toda la superficie del globo todo tipo de locales donde practicar el hygge, poniendo a disposición de sus clientes chimeneas, sofás confortables, ambientes silenciosos... Que tengan éxito o no, y que esta práctica se extienda con éxito por más países, sólo el tiempo lo dirá.
¿Crees que el secreto de la felicidad de Dinamarca radica en el hygge o piensas que es consecuencia de muchos otros factores?
