Cuando uno piensa en Escocia, las tres primeras cosas que aparecen en tu cabeza son su whisky, el monstruo del lago Ness... y Sean Connery.
Sir Thomas Sean Connery, el 007 original, nació en Edinburgo en 1930 y antes de hacerse famoso como el espía británico más célebre de todos los tiempos tuvo trabajos tan dispares como conductor de camión, repartidor de leche, granjero o pulidor de ataúdes.
Ante el estreno de
Los últimos días del Edén, en COSMOPOLITANTV te proponemos hacer un repaso a curiosidades de la vida del galán por excelencia, que todavía conserva algo de su vieja magia a sus 85 años.
Sean el matón. La vida en Edinburgo no era precisamente fácil en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Aunque Connery era por aquel entonces demasiado joven para alistarse en el ejército (cosa que haría más tarde), tuvo sus pequeñas batallas en su ciudad natal. Una banda callejera, los Vandor Gang, arrinconó al joven Sean cuando paseaba por sus calles.
El futuro Bond, lejos de achantarse, acabó tumbando a nada menos que seis miembros de la banda con sus manos desnudas. El Gang no tuvo más remedio que reconocer su mérito y admitirle entre sus filas.
Sex Appeal. En 1950, a la edad de 20 años, se presentó al certamen de Míster Universo representando a su país. Aunque no logró más que la tercera plaza, acabaría resarciéndose cuando en 1999 fue nombrado "hombre más sexy del siglo XX" por la revista People.
El pionero del gimnasio. Antes de que todo hijo de vecino se apuntara a un gimnasio, Connery ya se pasaba media vida en él, interesándose desde joven en el arte del culturismo y diversos tipos de lucha. Años más tarde, en el rodaje de Nunca digas nunca jamás tuvo un duro enfrentamiento con el coordinador de escenas de acción y llegaron a las manos, hiriéndose mutuamente. ¿El nombre del especialista? Steven Seagal.
Futbolista de élite. Desde muy joven despuntó en varios deportes, especializándose en el fútbol. Tanto fue así que se convirtió incluso en profesional, jugando con el Bunnyrigg Rose. Cuando fue visitado por ojeadores del legendario Manchester United, Connery les preguntó cuánto podría acabar ganando, y tras la respuesta de estos, decidió que retirarse a los 30 años no le compensaba lo suficiente. Fue entonces, y movido principalmente por el dinero, cuando se convirtió en actor.
Bond, James Bond. Cuando la primera película de la saga, 007 contra el Doctor No, buscaba su estrella, los productores rechazaron en un primer momento a Sean. Bond debía ser un caballero refinado, y según los agentes del casting, Connery parecía demasiado bruto, casi un animal. El director de la cinta en cambio supo ver todo el potencial del actor, y pasó semanas de su tiempo libre enseñando a Connery a comportarse, andar, hablar e incluso a comer como un gentleman. El resto es historia.
De cintura para abajo. Todas las grandes estrellas tienen caprichos, y Connery no iba a ser menos. Su extraño hábito era deshacerse de sus pantalones cada vez que entraba en un plató para sentirse más liberado. Cuando le tocaba rodar se aseguraba de preguntar al director y al cámara si el plano le encuadraría por debajo de la cintura. Y si no lo hacía, no veía necesidad de vestir sus piernas. ¿Recuerdas la primera escena de Indiana Jones y la última cruzada, en la que un joven Indy corre a avisar a su padre de su primer hallazgo? Sin pantalones.
Si quieres vivir una aventura con Sean Connery en el maravilloso escenario del Amazonas, no te pierdas este sábado a las 17:40
Los últimos días del Edén en COSMOPOLITANTV.
Redacción COSMO
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